La historia de mis dreads
Estéticamente hablando, y creo que a nivel
general, soy una mujer muy ecléctica, así que en mi clóset puedes encontrar
ropa de todo tipo, no podrías decir que soy rockera, o rapera, o jipi, o emo o
tuki con sólo verme. Me gusta cambiar de estilo según mi humor y la etapa
psicológica y emocional que esté pasando por el momento. Ya no sé cuántas veces
me he pintado, cortado y cambiado el pelo en estos 32 años de mi vida.
Así que mi estilo de dread locks de hoy en
día no es raro para nadie que me conozca porque cambio de estilo de pelo como
de estilo de ropa, que unos años más tarde repito otra vez.
Pero para mí los dreadlocks fueron un gran
compromiso. Porque aunque a mi me da igual si tengo el pelo largo o corto, a mi
esposo en cambio le gusta mucho que lleve el cabello largo, que no me lo corte
nunca, hasta el punto que en los 12 años que llevamos juntos nunca me he
cortado el pelo más allá de un corte de puntas, y cuando lo considero su carita
me convence de no hacerlo. Entonces los dreads son un compromiso muy grande
para mi, porque el día que ya no los soporte no puedo sino hacer pasar a mi
esposo por un corte de cabello casi rapado, el colmo de lo corto pues.
Nunca me hubiera hecho este estilo, pero los
amo, y es que con ellos viene una historia. Moisés mi hijo, es mi cuarto
intento de ser madre. Y por detalles que no vienen al caso porque tampoco soy
tan abierta así, el hecho es que en mi cuarto intento me dije que tendría
mayores posibilidades de tenerlo, porque ya había pagado mis karmas y podía
esperar que todo saliera bien. Sin embargo decidí hacer algo que no había hecho
nunca y que nunca se me había ocurrido: pagar una promesa.
Yo no soy una mujer religiosa, soy
energética, pero de seguro que no soy religiosa, así que no iba a ser la
típica católica hipócrita (porque me criaron católica aunque no lo practico ni
creo particularmente en ello) que ahora que necesitaba me iba a hincar y a pedir
a una deidad en la que no creo que hiciera lo que le pidiera ofreciéndole algo
grandioso que después de seguro no cumpliría, como tantas veces hice en mi
adolescencia. En cambio decidí apoyarme en la energía en la que sí creo e hice
una promesa y un compromiso a alguien en quién sí creía y quien estaba segurísima
que me estaba escuchando. Mi hijo Moisés, aunque en ese momento no sabía si era
varón o hembra, así que caraotica, como le solíamos decir a los bebés que
esperábamos.
Yo hablé con él y le dije, que yo sabía que él se iba a agarrar muy fuerte y que ésta vez sí nos íbamos a conocer, y que
estaba tan segura que sin en mi próxima cita al médico estaba vivo y bien, yo
me iba a hacer dreads en todo el pelo, y que me los iba a dejar sin tocarlos
hasta su quinto cumpleaños. Y que estaba tan segura de él o ella, que si se
soltaba y se iba, yo no iba a molestarme, pero que me iba a cortar el pelo, y
que tenía que pensar que su papá si se iba a poner triste porque no le gusta
verme con el pelo corto, que a parte se tarda muchísimo en crecerme. Y sí, lo
estaba amenazando emocionalmente, creo, pero sabía que podía manejarlo, y más
que nada sabía que me escuchaba, y que si le daba otra razón para esforzarse y
para sostenerse más fuerte el vería que yo también estaba muy pendiente de él.
Le dije que yo haría todo para que viniera, lo que hiciera falta, y lo hice. Y
él se portó como un héroe y aquí está hoy.
Y ahora que estamos a la dulce espera del 2do
o 2da, le aumento la apuesta y le digo a esta lentejita que lleva 8 semanas
sosteniéndose que: qué tal le parecería ver que tan largo tiene el pelo mamá
cuando cumpla 5 y su hermano Moisés tenga 6 casi llegando a 7. Divertido
verdad? Agárrate duro lentejita, que si te agarras y te llegas a nuestro lado
te prometo que sigo sin tocarme esos dreads hasta que tengas 5 tú también. Y si
eres como Moisés, te vas a divertir mucho jugando con mi pelo.
Hoy en día, un cabello mucho más largo 3 años después. |
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