Los niños y los animales: uniendo a la familia.
Ganjah - La perrita más hermosa y feliz del mundo. Hoy en día cuidando a Nina en otro plano. |
Desde siempre me gustaron mucho los animales, siempre he tenido una conexión con ellos. En un tiempo en el que estuve mejor económicamente me dediqué con mi esposo a rescatar y ubicar perros y gatos.
Antes de mi hijo Moisés, y de mi hija Nina que está por llegar, mis hijos eran sólo animales. Ahora somos una gran familia: mamá Mine, papá Shaman, hijos humanos Moisés y Nina y los hijos animales (porque no todos son peludos): perros Ganjah, Canoso y Germán, gato Yusepi y tortugas Alfa y Pepe.
Con esta gran familia ha habido una gran tranquilidad. Cuando me embaracé de Moisés fue difícil porque vivo en una parcela en una montaña rural del estado Vargas, donde al mejor estilo campesino vivo la más feliz de las vidas, pero mis condiciones de salud me obligaron a mudarme a Caracas desde el 6to mes de embarazo hasta que mi hijo recién nacido cumplió un mes. Esto fue difícil para los perros que se quedaron solos todo ese tiempo, y la única persona que conseguimos para estar pendiente de ellos no era precisamente un amante de los animales así que obviamente no les dio el mismo cuidado que mi esposo y yo. Nunca les faltó alimento, pero sí amor y atención, y eso repercutió en sus posteriores comportamientos. Siempre he pensado que pobrecitos, pensarían que los habíamos abandonado.
Cuando al fin volvimos a casa encontramos unos perros flacos, malhumorados, pero como el amor y fidelidad de ellos es infinito, casi tan rápido como volvimos a casa volvieron ellos a ser los mismos adorables y felices animales de siempre. Sigue sorprendiéndome lo maravillosos, fieles y leales que pueden ser los animales si eres bueno con ellos. La recibida a Moisés fue apoteósica, parecía que lo conocieran de toda la vida. Ni el más mínimo celo, inseguridad o sentimiento negativo hacia él. Todo lo contrario, era como si el nuevo rey de reyes hubiera llegado a casa. Mi perro Canoso, un bravo pitbull con lobo, negro como la noche, temido en toda la Loma del Medio (así se llama donde vivo), se le acercó, con una increíble suavidad, lo olió, y se echó en el suelo, como pidiéndole que le rascara la panza. Aparte de la felicidad que sentía de ver a mis hijos animales después de tres meses, la felicidad que sentí por ese gesto me aguó el guarapo.
Fue muy fácil con ellos. Los perros adultos se dieron su puesto en la manada de una, sin inconveniente. Se deshicieron en amor con Moisés, que los tocaba y les jalaba los pelos, y ellos casi que se lo agradecían. Hasta el gato se aguantó las dosis de amor de bebé, que como saben tienen mucho de amor y de ordinariez también.
Ha sido fácil, hasta ahora. Hoy en día la familia tiene un nuevo integrante, Ocumo, un mastin napolitano de 2 meses que me truekearon y que por su condición de cachorro vive adentro de la casa mientras agarra un poco de tamaño y viveza. Con él ha sido difícil, porque al no haber tenido nunca un cachorro tan pequeño socializando con Moisés, que aparte ya con un año y medio es mucho más travieso, se me ha hecho difícil hacerle entender a mi peke que el pequeño Ocumo no es un peluche sino un ser vivo que sufre con algunos de los "cariñitos" que a veces le hace.
Creo que como madre, como jipi y como amante de los animales se me ha hecho difícil sobrellevar algunos de los maltratos de Moisés hacia el perro a veces. Entender que no es mala intención de su parte, que sólo está jugando, como cuando me agarra la cara como si me la quisiera arrancar, pero sé bien que no es eso lo que quiere. Esa intensidad que él tiene es sólo una característica de su crecimiento, él aún no sabe contenerse, todo lo vive y lo siente así, intensamente.
Así que por si las moscas me dediqué a investigar, a leer, buscar foros, consejos, pues en un principio no sabía si era algo normal en todos los niños o si era sólo el mío que estaba loco, jeje, y después de ver que es algo normal me dediqué, instintivamente, como es mi naturaleza, a guiarlo para que él pueda seguir siendo un niño, pero que maltrate al perro lo menos posible, porque lo que sí es cierto es que, aunque este amor rudo de los niños hacia los animales es normal, el sufrimiento de los animales es real, y si no hay una guía en este período de socialización, es posible que en los animales se cree una asociación negativa del niño al ser éste el que le propina el daño, sobre todo si los padres no nos tomamos el tiempo para corregir estas actitudes en el bebé, que puede terminar pensando que es normal y bueno hacerle daño a un animal.
Así que mis consejos para los padres que amamos y tenemos hijos humanos y animales son los siguientes:
- Mantenerse alerta y presente todo el tiempo que el niño juegue con el animal. Así pueden evitarse y corregirse muchas actitudes negativas, tanto del niño como del perro.
- Siempre supervisar el juego, usando palabras de alerta con ambos hijos si se están pasando de la raya.
- No dejar de decirle al niño cuando está siendo muy brusco con el perro. El entenderá y será cada vez más suave. Además, si no se le dice, pensará que está bien y que es normal y lo seguirá haciendo.
- Después de decirle como NO se trata al perro, muéstrale como SI se trata al perro. O sea, después de decirle así no se hace, decirle, se hace así, y mostrarle maneras cariñosas de tratar al animal.
- Si vas a adoptar a un animal, busca uno que sea adiestrable y manejable para enseñarle a tratar y a soportar a tu bebé. Creo que el comportamiento del animal depende de la crianza, pero aún así es bueno según tu tiempo y disponibilidad encontrar un animal que te haga la tarea más fácil.
- Infórmate, pregunta, busca apoyo. Porque sino corres el riesgo de asumir cosas equivocadas e incluso tomar decisiones de las que te arrepientas después. Puede que si no averiguas pienses que hay algo malo con tu animal y lo eches a la calle, para luego descubrir que habían mejores soluciones. No decidas rápidamente algo que afectará tu vida, y la del animal.
- Corrige al niño cuando sea muy rudo con el animal, y al animal cuando sea muy rudo con el niño. Sin castigos ni violencia, pero no dejes nunca pasar una mala actitud sin corregirla, verás como el tiempo se reducirán las correcciones que debas hacerle a ambos.
La relación de un niño con su hermano animal puede ser algo hermoso e inigualable. En su animal de compañía el niño encontrará un cuidador, un amigo, un acompañante, un compañero incondicional. Las relaciones de los niños con los animales les enseña sobre el cuidado, el amor, la responsabilidad, la dedicación, la paciencia, y si se se cría con un pequeño cachorro puedes estar presenciando una hermosa y profunda amistad de por vida. No lo niego, puede causar nerviosismo, y sí, puede ser algo más de trabajo para todo el que ya tienes, pero te garantizo que valdrá la pena.
Ya Moisés y Ocumo tienen tres semanas conviviendo juntos. El temor que Ocumo le tenía a Moisés poco a poco se va transformando en una modalidad de juego del que persigue y el perseguido. Ahora cuando Moisés no lo busca mucho, el mismo Ocumo se acerca y le mordisquea un poco la ropa para que le preste atención. Ahora Moisés es a veces el que tiene que alejarse de Ocumo porque se pone intenso. Todo va bien, con supervisión y constancia, puedo ver a ese par junto en los años por venir. Y los perros adultos? Es divertidísimo, ahora cuando llegamos a casa es todo puro Moisés. Es a él a quien todos le llegan a saludar cuando volvemos a casa. Ellos saben que somos familia. Como que lo saben desde antes que uno y todo.
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