Los niños y la comida





Sin importar cuál sea tu estilo de crianza, lo que sí es cierto es que todos los padres nos preocupamos y queremos lo mejor para nuestros hijos. Y otra cosa muy cierta es que sin importar lo confiados que somos en nuestras vidas cotidianas, a nivel de los hijos siempre sentimos que podemos hacerlo mucho mejor.

Por eso es que cuando nos enfrentamos a unos pekes que no comen nos preocupamos y nos preguntamos qué estamos haciendo mal.

Así me pasó a mi con mi pequeño Moisés, que pasaban las horas y nada que quería comer. Nada le provocaba, nada le gustaba y yo sentía “será que mi niño se me va a enfermar? Porque no quiere comer”.

Como he dicho antes, nadie nació aprendido, y yo definitivamente no creo tener la verdad en mis manos. Sí sabía, sé, que no quiero obligar a mi bebé a comer, pues a mi no me gusta que me obliguen a nada, y así los primeros días en los que casi no comía no me hice mucha mente, pero al ver que pasaban los días y seguía su inapetencia empecé a preocuparme. Le pregunté a amigos y amigas, a mis padres, familiares y leí en la red. Como es mi costumbre tomé de todo un poco y esto es lo que aprendí:

Mientras que tu peke esté tomando pecho, no hay que preocuparse por que se descompense por inanición. En la leche materna están todos los nutrientes que necesita el bebé para alimentarse bien. Es como que tú tomaras sopa todos los días en lugar de sólidos. Los nutrientes de la carne, los vegetales, entre otros, están ahí, sólo que en el líquido. Esto claro hará que tu bebé pase muchas horas tomando teta, pues cuando sólo tomas líquidos será mayor el hambre y más rápido se pasará la sensación de saciedad. Así que ármate de paciencia, porque si tu bebé está en una etapa donde prefiere el pecho que la comida, te chupará hasta el alma, como me gusta decirlo, jeje. Y creo que todo niño que practique la lactancia a libre demanda pasará por una etapa como ésta. Moisés empezó a comer sólidos hasta los 7 meses pues a los 6 no estaba listo para renunciar a la teta como su principal alimento, y aún ahora que está más grande hay días en los que casi no quiere comer sino tomar teta. Mi primera reacción es preguntarme por qué no quiere comer, pero trato de ponerme en su lugar (cosa que los padres siempre olvidamos) y ver que hay días en los que a mi tampoco me provoca comer mucho.

Algo que es importante recordar es que todos los seres vivos actúan por instinto, al menos en sus primeros tiempos (eso lo digo en el caso de los humanos, claro está. Animales y plantas se guían por el instinto toda su vida), así que si una persona no quiere comer, es porque no tiene hambre. Y si tiene hambre, pues entonces comerá. Esto quiere decir que si el niño no quiere comer es porque no tiene hambre, y no tenemos nada que hacer forzándole a comer cuando es claro que no está listo para ello. Cuando tu peke tenga hambre te lo hará saber, pues sobre todo en el caso de los niños, no se va a privar de hambre porque sí. Así que si no quiere comer, no te preocupes, ya comerá cuando sienta ganas.

Por otro lado algo que leí en internet, y que me resultó muy bien con Moisés, es el tener alternativas para comer. Muchos padres dirán (y de hecho me dicen) que malcrío a mi hijo al ofrecerle dos y hasta tres menúes distintos para que él escoja qué quiere, pero nuevamente, si practicamos la empatía y nos ponemos en su lugar por tan sólo un momento, veremos que nosotros somos iguales. Cuando vamos a cocinar abrimos la nevera y los gabinetes y decidimos qué cocinaremos. No abrimos, sacamos cualquier cosa, lo cocinamos y lo comemos sin importar si nos gusta o no. La diferencia es que nosotros como adultos podemos escoger qué comer antes de cocinarlo, en cambio los niños, como no cocinan no tienen esta opción. Esto sin contar el hecho de que ellos apenas están aprendiendo a comer, a saborear, a distinguir sabores, olores, texturas, entre otros. Por eso es mi opinión que la hora de comer para los niños debe ser un momento de placer, diversión y aprendizaje, para que la alimentación sea una experiencia agradable en lugar de una imposición y una tarea fastidiosa que hay que cumplir para no molestar a papá o mamá. De nosotros depende que el niño no tenga traumas hacia la comida que se traducirán en esos adultos que no comen casi nada producto muy seguramente de imposiciones a la hora de comer cuando eran niños. Yo le ofrezco en el desayuno por ejemplo, una arepa con queso, una panqueca con jamón y un pan con mantequilla. En el 95% de los casos, alguna de las 3 opciones escoje y a veces hasta termina comiendo la segunda y hasta la tercera opción. Creo que es bonito para el niño ver que sus padres se preocupan por complacerle y por hacerle sentir bien. Ahora, hay veces en las que simplemente no quiere comer, así que no lo fuerzo, guardo la comida y espero un par de horas para volvérsela a ofrecer. Ese es el 5% restante, y en el 100% de esas veces, más tarde elije comer algo.

Algo que no recomiendo es obligarle a comer. “De ahí no te paras hasta que comas”, me trae horribles recuerdos de durar hasta 3 horas sentada en la mesa porque no me permitían pararme hasta que no limpiaba el plato. Tampoco recomiendo ofrecer recompensas para comer. “Si comes te doy un helado”, porque entonces el niño no comerá por hambre ni por alimento sino para que le den el postre, y entonces estamos creando esos niños “manipuladores” de los que tanto hablamos. Y después diremos que no sabemos de dónde les viene eso, y la respuesta es que inconscientemente se lo inculcamos nosotros. Llegará el día en que coma y luego te pida postre y ay de ti si no hay postre ese día! Harás al pobre peke sufrir.

Yo en lo particular sé que a veces mi hijo tiene hambre pero no le provoca lo que le ofrezco, porque también es cierto que en la coyuntura actual no tengo a veces cómo ofrecerle varias opciones, sino que lo que hay es lo que hay y punto. En esos casos le ofrezco la comida. Si me dice que no quiere, le pido que la pruebe y que entonces decida si quiere comer o no. Ahí si es verdad que él sabe si quiere comer o no. Si quiere comer, excelente! El trabajo está hecho. Si no quiere comer, pero sé que tiene hambre y no tengo más nada que ofrecerle, intento la técnica del avión, o le pido por favorcito que coma, incluso ha habido veces en que le digo que coma para después salir a jugar, comerse una fruta o algo así. Esto lo hago sólo en los casos en los que no tengo varias opciones para ofrecerle, e igualmente, si él se niega a comer, lo dejo en paz hasta más tarde. Me ha pasado que él pasa todo el día sin comer y en la noche come bastante porque estuvo aguantando el hambre todo el día. Pero si el caso es que no quiere, pues no quiere y ya. Eso sí, si no tiene hambre para comida, no tiene hambre para dulces, chucherías o cosas así. Eso, en mi opinión, si sería malcríar. Si yo me voy a comer una chuchería (porque también tengo derecho) y él me ve y me pide, se lo digo así de claramente. Uno creería que ahí me diría de una que le diera la comida, pero en la mayoría de los casos no es así. Mi hijo es un hombrecito que sabe bien qué quiere y qué no, y por suerte para mi, no se deja sobornar.


Así que mucho amor, comprensión y paciencia para los primeros pasos en la alimentación de los infantes, y jamás sustituir el alimento real por chucherías ni dulces. Recuerda que de cómo criemos a nuestros hijos hoy dependen los hombres y mujeres que serán mañana.



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