Soy tu mamá y soy tu amiga



 Así que estoy viendo la tele con Moisés y mi esposo. Comiquitas, seguramente, que es hoy por hoy la mayor parte de los programas de TV que vemos en casa. Y pasan una promo Argentina, que se caracterizan por apelar al sentimentalismo en sus conceptos de comerciales, y con toda la sensibilidad una mamá le dice a su hija: “te prometo esto: soy tu madre, no soy tu amiga”… y bla bla bla, bla bla bla, todo un rollo ahí de que te voy a presionar, te voy a regañar, te voy a vigilar y no sé qué, pero nadie se preocupará por ti más que yo. Y mi esposo y yo nos vemos y nos decimos, que heavy no? Que es que no puedo ser tu mamá y tu amiga también, claro, porque los amigos alcahuetean pero no se calan el peo después y no sé que…

Y uno lee así o lo conversa con cualquiera por ahí así por encimita y uno dice que sí es verdad pero no le hace mucha mente. Pero a mi me dio que pensar. Y me dio a pensar dos cosas.

La primera cosa es eso de que si soy tu mamá no puedo ser tu amiga. Porque no te puedo alcahuetear. Porque no puedo ser complaciente. Porque no puedo apoyarte. Porque no puedo no juzgarte. Y entonces te das cuenta de que nos dicen que para eso estamos los padres: para presionar, regañar, vigilar, pegar, frustrar y todas esas cosas por las que existe el dicho ese de que la familia no se escoge y los amigos sí.

O sea que la familia es una mierdita que le toca a uno y a la que hay que calarse. O sea que si fuera por uno poder escoger ni de vaina elegiría uno a la familia que tiene. Qué triste que se vea a la familia así. Creo que no debería ser de esta manera. Y si no nos enseñaran desde pequeños que eso es así, seríamos todos muy diferentes, con nuestras familias y amigos. No creceríamos soñando con alejarnos de aquellos con quienes crecimos para “hacer nuestra vida”, ni creceríamos siendo de cierta manera con nuestros padres y hermanos pues total nos alejaremos poco a poco así que mejor enseñarles ahora.

Yo sueño y pienso en otra cultura. Una distinta donde la juntura entre familiares y amigos es la norma. Donde no hay una línea que divida a los unos y a los otros. Sueño con el día en el que conviva con mis amigos y que mi hijo crezca en ese ambiente y no sienta la imperiosa necesidad de alejarse de mi cuando crezca porque lo único que hice fue ponerle reglas, límites, quejas, problemas, críticas o cualquier otra cosa que a mi me enseñaron que era lo mejor porque mi lugar es enseñarle para que crezca y ponerle al límite porque así crearé a un triunfador para que cuando sea grande y haga su vida lejos de mi tenga una buena base.

Yo sí quiero ser su amiga. Y guiarle, enseñarle, mostrarle, responderle con suficiente amor que me permita apoyarle, ayudarle, divertirme… quiero dejar de lado las frustraciones y traumas míos para darle una nueva manera de crianza, criarlo como a mí me hubiera gustado, no por capricho, sino por necesidad, que me criaran a mi. Porque si a mi me pegaron no significa que debo pegarle a él, ni porque a mi me hayan criticado todo significa que debo criticarle todo a él. Que si él se va mañana es porque sintió la necesidad de seguir un rumbo que le obliga a alejarse físicamente pero no que no puede esperar a hacer a su vida porque hay padres que simplemente no se llevan bien…

Hay cosas que vale la pena alcahuetear. Y resulta que cuando alcahueteas ciertas cosas ni siquiera es que eres alcahueta. Es que eres mamá. Una mamá complaciente. Una mamá que ama y que da “su brazo a torcer” porque no es una competencia de quién doblega a quien. Creo que es muy cierto que cuando tú eres complaciente en lo que sientes que puedes serlo los otros son complacientes en lo que pueden serlo también, no sólo por un acto de reciprocidad, sino también porque se dan cuenta de que no hay signos de debilidad en la complacencia, que no estás dejando que te tuerzan el brazo sino haciendo una maniobra de relajación como respirar profundo o cerrar los ojos o hacer om. Se siente bien complacer, ceder, hacer aquello que no representa una incomodidad real. No puedes quedarte de cuclillas todo el día por complacer a alguien, pero sí que puedes no andar desnuda un día en casa para recibir a amigos que quieren verte. Son ejemplos raros pero creo que también claros de cosas en las que se pueden ceder.

 
La otra cosa que me hizo pensar la promo argentina que vi es el concepto que tenemos de amistad. Creo que es otro concepto en el que debemos reformular significados. Ser amigo no es decirte que está bien que te tires de un barranco si sé claramente que te vas a partir una pierna. Ser amigo no es darle al otro la razón en todo así el otro la esté cagando enormemente. No es alimentar al ego, ni incentivar o apoyar malas actitudes o acciones del amigo. Ser amigo a mi se me parece mucho a ser madre. Para mi ser amigo es apoyarte, ayudarte, guiarte si hay algo en lo que puedo guiarte, y dejarme guiar por ti en lo que tú puedas enseñarme. Y si tengo que jalarte las orejas y traerte a la realidad, hacerlo. Porque lo que te pase, malo o bueno, a mi me va a afectar, porque será como si me pasara a mi.

Antes de continuar debo hacer el comentario de que no tengo muchos amigos cercanos. Hago esta advertencia porque no escribo esto con la finalidad de decirle a nadie cómo debe vivir ni qué debe hacer con su vida, como si yo fuera un ejemplo exitoso de una vida color de rosa eternamente alegre y sonriente. Pero a veces uno lee las cosas y las toma como ejemplo y las imita, aplica, etc. Si crees que serás un éxito en el mundo siendo de esta manera, piensa de nuevo. En el mundo en que vivimos y como nos han criado nuestros padres, y nuestros abuelos a nuestros padres, y así y así, no está bien visto ni es agradable que no te den la razón así no la tengas. La complacencia debe ser en todo y sin importar que digas las cosas bonitas o feas si no dices lo que el otro quiere oír, sobre todo si eres amigo y no familia, estás mal.

Así que si un amigo me dice que se va a robar un banco y yo le digo que no lo haga porque se pone en riesgo porque piensa en tu familia, etc., etc., mi amigo se pone bravo y simplemente no me habla más de esas cosas. Roba el banco, se cae y capaz y piensa que eres una boca de jarra.

Pero yo sigo creyendo en que mis amigos son como mis hijos. Y mi esposo. Y mi mamá. Y mis hermanos. Sin que se vea raro, sino en el sentido de que todas nuestras relaciones deberían venir del amor y la sinceridad. Siempre amorosos. Siempre sinceros. Y si somos así creo que no habrán sensaciones ladillas. Sensaciones de que déjame en paz. Sensaciones de que te están pisoteando. Si todas nuestras acciones vinieran sólo del amor y sólo de la sinceridad creo que a nadie le caerían mal nuestros comentarios, ni nosotros haríamos comentarios ácidos sólo porque es mejor que lo escuche de mi y que hay que aprender a manejar las frustraciones y todas esas cosas que no son más que la racionalizaciones de malas actitudes producto de viejas vivencias que pasamos, más seguramente en nuestra niñez y adolescencia.

 

Moisés, yo te prometo esto: soy tu mamá y soy tu amiga. Siempre estaré para quererte y apoyarte, sin importar cuánto creas que la cagaste. Y si te sientes mal por cagarla cuando la cagues, mejor aún. Y si no te das cuenta de que la cagaste, o no te sientes mal por cagarla, te lo haré saber, con amor y sinceridad, siempre, desde al amor, la sinceridad y la solidaridad.



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